Soneto del placeboNo intentes arreglarlo, te lo ruego,
no me hagas valorar tu noble gesto
exhausta tras haber echado el resto
soplando las cenizas de este fuego
que no hay dios que reavive ya que luego
te lloveré volviendo humo funesto
tu empecinado ardor, tu afán honesto
de haber dado en llamar amor a un juego
que me entretuvo un tiempo mientras pudo
a falta de un impulso más sincero
servirme de placebo placentero
o de voluntarioso sustituto
-y dices que algo más, aunque lo dudo-
del que hace tiempo ya que no disfruto.
12 de Marzo de 2008