Soneto alejandrino con estrambote de la despedida tras el reencuentro breve
No quiero que te marches y no sé qué inventarme
con tal de retenerte el tiempo que nos queda
-sabes que a nuestra edad no debe abrirse veda
a lo que nos prohibimos haciendo de gendarme
de nuestros sentimientos reacios al desarme
porque al llegar la hora de resquebrar la seda
en que nos envolvimos ‘procura que no ceda’
siempre se rebelaban ‘intenta no olvidarme’-.
Con la esperanza incierta de que ahora no lo hagas
-y la sospecha ingrata, cerril, de que tampoco
podremos esta vez vencer a la distancia-,
para que al menos quede de nuestro amor constancia,
en tus manos cerradas verso a verso coloco
este soneto triste –tantas palabras vagas-
como ínfimo reflejo de esta fugaz estancia.
2 de Mayo de 2008
No quiero que te marches y no sé qué inventarme
con tal de retenerte el tiempo que nos queda
-sabes que a nuestra edad no debe abrirse veda
a lo que nos prohibimos haciendo de gendarme
de nuestros sentimientos reacios al desarme
porque al llegar la hora de resquebrar la seda
en que nos envolvimos ‘procura que no ceda’
siempre se rebelaban ‘intenta no olvidarme’-.
Con la esperanza incierta de que ahora no lo hagas
-y la sospecha ingrata, cerril, de que tampoco
podremos esta vez vencer a la distancia-,
para que al menos quede de nuestro amor constancia,
en tus manos cerradas verso a verso coloco
este soneto triste –tantas palabras vagas-
como ínfimo reflejo de esta fugaz estancia.
2 de Mayo de 2008
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